La Plaza de Mayo fue el escenario final de un día que cambiaría la historia futura de nuestra nación: el miércoles 17 de octubre de 1945.
Esa jornada, trabajadores de todas partes de la Capital Federal y Gran Buenos Aires se acercaron a la Casa Rosada pidiendo por la liberación del apresamiento en la isla Martín García de su líder, el Teniente Coronel Juan Domingo Perón, aquel que desde su cargo de Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión había luchado por sus derechos, reconociéndolos como centro y verdaderos beneficiarios de la nueva Argentina.
A minutos de la medianoche, Perón habló al casi millón de personas que se encontraban en la Plaza. Minutos antes, había concretado con el entonces presidente Gral. Edelmiro Farrel el llamado a elecciones, las que se llevarían a cabo en febrero de 1946 y en las cuales fuera electo con el 54% de los votos del pueblo.
Ese día nació fácticamente el peronismo, nuestro movimiento, la ideología a la cual, sobre la bases de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, le debemos LEALTAD. Porque lealtad hacia el peronismo es lealtad hacia el pueblo.
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